La leyenda de Quilino.

En la ciudad de Córdoba, localidad de Quilino, a la derecha de Lago Salinas antes de San José de las Salinas, se encuentra un terreno que alguna vez se uso para rituales de la tribu de los originarios Comechingones. En este lugar encontramos una flora y fauna muy particular, un bosquecito denso de arboles autóctonos y una notable cantidad de animales de la zona, según la leyenda se debe a uno de estos rituales. 

En uno de los encuentros con una tribu cercana llamada Sanavirones, se disputaba el terreno y se acercaba una batalla, eso aseguraba Chuto, un indio chaman visionario que regresaba a la tribu después de un largo viaje de aprendizaje, grandes aventuras, encuentros con otros chamanes de diversas tribus, culturas y de todo el mundo. Traía con el muchas hierbas extrañas que le daban sus poderes mágicos. El  aseguraba a su pueblo una gran matanza, que ninguno de ellos permanecería en pie en esta disputa, pero ninguno de ellos le creyó, le dijeron que tanto viaje le había vuelto loco y ante tanta resistencia  e incredulidad se quedo frustrado y se fue a dormir.

A la mañana siguiente con los primeros rayos del sol salió Chuto , de un bolso muy resistente echo de cáñamo, comenzó a sacar sus plantas; las famosas hierbas de las brujas Beleño y Belladona (fuerte alucinógeno) originarias de Europa, Asia y norte de África , raíz de Mandrágora (sedante y analgésico) y Salvia Divinorum( alucinógena) traídas de Cuenca Mediterránea y Asia central, Coca (estimulante) de la cultura Andina sabida favorita de Sigmund Freud, Amanita ( efectos parecidos al LSD) un hongo del este de Siberia, se dice que es regalo del dios Vahiyinin en Kamchatka, Hierba Buena (Antiséptica y estimulante) conocida desde la época de Carlo Magno, Peyote (Alucinógena) planta maestra de los chamanes Mexicanos proveniente de Norte América, estas y algunas mas como Floripondio, Ayahuasca y San Pedro. Las acomodo sobre piedras en extrañas posiciones y las dejo todo el día bajo el sol, toda la gente estaba intrigada por los cantos y la danza que hacia al rededor, cada tanto avivaba un fuego que nunca dejo que se apague y que coloco en el medio de todas las plantas.

Por la noche llamo al cacique de la tribu y le dijo que quería que los guerreros mas fuertes y capaces los acompañaran a un ritual para darles la vician, para salvar sus vidas y las de toda la tribu,  todos aceptaron mas por intriga que por confianza. Bajo las estrellas y un poco alejados del resto, todos bebieron las infusiones, mascaron y fumaron los hongos y las hojas, aproximadamente a las dos horas de mirar y danzar al rededor del fuego, adorando a su dios Yastay (dios tutelar protector de los animales), comenzaron a sentir la sensación de volar sobre el terreno hasta llegar a ver el lago, las puntas de sus dedos se derretían y goteaban sobre el fuego, el viento los atravesaba, suave y cálido, en un punto ya no distinguían su cuerpo de las estrellas, ni arriba, ni abajo, ni cerca o lejos, cuando de repente todos y al unísono, vieron aparecer en brillantes seres de luz a todo su pueblo preparado para la batalla, en esta visión, uno tras otro morían, la sangre de los niños pintaba los pastos de rojo y el llanto de sus madres aturdía de dolor, los guerreros que allí flotaban vieron sus propias muertes, como las flechas les atravesaban el corazón y sus chosas incendiadas por los Sanavirones. Horrorizados y perplejos por lo que vieron hicieron caso al chaman Chuto y nadie murió en ese lugar, sin embargo si pagaron un costo por la visión que salvo sus vidas, una porción de su espíritu quedo arraigada en ese lugar,  los Comechingones se fueron a otras tierras sin amenazas. Aunque fue tal la concentración de energía e intensidad de sentimientos, que cambio la flora del lugar y en consecuencia la fauna también.

Dice la leyenda que si vas a acampar en ese lugar especial y buscas una respuesta existencial, las energías cósmicas y la sombra de los espíritus Comechingones te darán la respuesta, siempre y cuando estés dispuesto a pagar el mismo costo.


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